Naufragio del "JENNY"

"Que no cese la búsqueda de nuestros familiares"

MIÉRCOLES 13 DE JUNIO DE 2001.- Aún no se ha rescatado ningun cadáver. Los seis pescadores de la lancha "Jenny" cayeron en aguas turbulentas donde abundan los tiburones. En el pueblo de Las Piedras, en la Península de Paraguaná, los habitantes manifestaron su solidaridad a las familias que perdieron a sus seres queridos.

Texto:Edgar Salgado Leal/Foto: Eduardo Semprún

Punto Fijo, Venezuela.- La corbeta PC-15 Independencia de la base naval Mariscal Juan Crisóstomo Falcón en Amuay, bajo el mando del capitán de navío Gustavo Maita, se ha mantenido recorriendo el espacio marítimo donde el viernes por la noche naufragara el barco de carga "Jenny" a hora y media de la isla de Aruba, que provocó la muerte de seis de sus tripulantes y el rescate en alta mar del resto sus hombres -seis en total- el domingo por la noche.

Ayer, en medio del dolor por la desaparición de sus seres queridos, familiares de las víctimas imploraron a las autoridades navales del estado Falcón que no abandonen la búsqueda de sus parientes porque sea que estén muertos o que vivan aún, quieren tener la certeza de algo. "Es más angustioso mantener la incertidumbre de no saber nada y que todo se quede allí", comentó Arquímedes Querales, sobrino de Jesús Querales, el capitán de la nave hundida.
Desde el pueblo de Las Piedras, en la Península de Paraguaná, PANORAMA hizo un esfuerzo ayer por reconstruir parte de la triste historia antes de que la nave se hundiera.

Cambio de oficio

La brisa fuerte del mar el martes por la mañana golpeaba el rostro y no dejaba mantener los ojos abiertos por mucho tiempo.

Al fondo, en una bahía que se extiende en semicírculo como en un kilómetro aproximado, una hilera de pequeñas lanchas pesqueras ofrecen un paisaje agradable a la vista. Las casas, acomodadas asimétricamente como en una pendiente, dan la impresión de un laberinto del que parece difícil salir. Las calles angostas terminan todas por deshacerse en la orilla de la playa, donde discurre la vida de la mayoría de las 400 familias que integran el pueblo de Las Piedras, en la Península de Paraguaná.

Todo estaría bien allí aquel día, de no haber sido por la trágica noticia que les llegó el domingo por la noche, sobre la muerte de seis habitantes de aquel poblado que zozobraron junto con la lancha "Jenny" frente a las costas de Aruba el viernes pasado a las seis y treinta de la tarde.
"Hoy la mar está embravecida. Pocas veces se ve así con tanto viento", nos había esa dicho esa mañana Ricardo Rodríguez, un pescador de la zona -primo de Jesús Querales, el capitán de la nave que desapareció aquel día-, mientras mirábamos una colmena de barcos pesqueros, todos preparados con implementos para la pesca de arrastre que, según Rodríguez, han acabado con los peces en la bahía y ha obligado a sus habitantes a dejar la pesca artesanal -con la que se han levantado todos su hijos-, por un oficio de marinero que es el vínculo que los mantiene ahora unido con sus raíces.

Querales llevaba 30 años entre el oficio de pescador y marino, comentó Katiusca, la mayor de sus cinco hijas, y agregó que su padre nunca había tenido un contratiempo, "aunque el mar muchas veces se porta traicionero" señaló.

Frutas hacia Aruba

Aquel martes 5 de junio, Querales revisó la embarcación en el Puerto de Guaranao, que es la zona desde donde parten los barcos con cargas de mercancía para la isla de Aruba. "De allí se lleva mucha fruta para la isla porque la solicitan de los hoteles, y en los mercados populares la demanda es muy buena, además que la pagan mejor que aquí", intervino en la conversación Luis López un joven pescador que revisaba ayer su embarcación extrañado por la inusitada brisa que esponjaba nuestras ropas e impedía mantener los ojos abiertos permanentemente.

"Sí, a raíz de que no se puede pescar cerca porque ya no hay peces, tenemos o bien sea que irnos mar adentro o llevar mercancía para Aruba, que es una nueva forma de subsistir", recalcó Rodríguez.

Al regreso, para no venirse con las manos vacías, las autoridades venezolanas permiten el ingreso al país por persona de dos cajas con pollo y queso, que son los dos productos básicos que más traen los pescadores para su dieta familiar.

No obstante, algunos pobladores comentaron que muy de vez en cuando lograban traerse encaletada alguna que otra caja de whisky que es un producto de prohibida importación.
No se sabe qué pudo sucederle al "Jenny" para que zozobrara, aunque se investiga por parte de las autoridades si se trataba de una sobrecarga de pollo y queso y otros productos no permitidos legalmente. Eso no ha podido ser confirmado y los pobladores mantuvieron un hermetismo total al respecto.

Todo ha cambiado

En la vivienda de la familia Naranjo, doña Blanca, se mantiene todavía en trance. Su esposo Gregorio Segundo Naranjo, de 59 años, es uno de los desaparecidos. Acaso el único aliento que la reconforta es el testimonio que le da su hijo, Tulio Segundo Naranjo, de 29, quien andaba en la tripulación y fue uno de los seis sobrevivientes.

"Tulio me contó que él hizo todo lo posible por salvar a su padre, pero Gregorio le hacía señas con su brazo de que no intentara rescatarlo y que se pusiera a salvo con los otros porque ya se había alejado mucho y las fuerzas no le darían para soportar más". Gregorio Naranjo tenía 10 años laborando como marino en la "Jenny".

La situación no era distinta en el hogar de los Querales. En una modesta vivienda que tiene de fondo la playa, los vecinos hicieron vigilia durante el lunes, esperando noticias sobre los desparecidos, ya que uno de ellos es el capitán Jesús Querales.

Querales de 60 años, se había comunicado telefónicamente el viernes por la tarde con el propietario de la embarcación Douglas Bermúdez y le manifestó que a pesar de las condiciones del tiempo, estaban preparados para zarpar del muelle de Oranjestad de Aruba. Allí consiguieron a dos pasajeros que por el testimonio de Williams Guanipa, uno de los sobrevivientes, fueron los primeros en morir porque ellos estaban en un camarote cuando la nave se volteó por causa del fuerte oleaje. "Es posible que se quedaran atrapados adentro del barco" comentó.

De los otros sobrevivientes sólo se conoció que se recuperan en un centro de salud ya que los efectos de la situación por la que atravesaron, les provocó traumas psicológicos y son tratados clínicamente en la ciudad de Punto Fijo.

Mientras tanto, en la opinión de Luis López, el pescador que ayer en la mañana insistía en asegurar su lancha ante el fuerte viento que azotaba la playa de Las Piedras, "esa brisa rara podría ser una señal de que ya nada volverá a ser lo mismo por acá".

SOBREVIVIENTES

RESCATADOS
Williams Guanipa se estremece al recordar los momentos difíciles que vivió cuando zozobró la embarcación.


PESCADORES

Las Piedras es un pueblo de pescadores conformado por unas cuatrocientas familias que dependen para sobrevivir de la actividad pesquera y marina.


SIGUE LA BÚSQUEDA
Durante el día de ayer se corrió la voz sobre la aparición de otro sobreviente cerca del islote Los Monjes, pero la base naval de Guardacostas Juan Crisóstomo Falcón desmintió la versión. Insistió en que se mantiene la búsqueda en la zona

SOLIDARIDAD
Durante estos días fue imposible contactar al propietario de la nave, pero los parientes de algunas de las víctimas dijeron que Douglas Bermúdez ha hecho todo lo posible por asistirlos en este difícil momento.
© Panorama Digital, 2001


12 de junio de 2001

Seis muertos y seis sobrevivientes al naufragar embarcación
"Las fuerzas me fallaron al ver a mi padre ahogarse"

Domingo 10 de junio de 2001, el viaje que realizaban todas las semanas culminó en tragedia. El grupo de hombres acostumbrados a navegar desafiando las inclemencias del tiempo, en esta oportunidad fueron traicionados por el mar. 48 horas estuvieron expuestos al peligro de ser devorados por los tiburones o hundirse en las aguas del Mar Caribe.

Texto:Esther Yores Quero

"La fé en Dios y en el doctor José Gregorio Hernández salvaron mi vida". Con este relato, Tulio Naranjo, de 30 años, sobreviviente de la tragedia donde perdieron la vida seis compañeros, incluyendo a su padre Segundo Naranjo, de 60 años, describe los momentos de angustia que soportó al hundirse la lancha "Jenny" en el mar Caribe.

El aterrado sobreviviente narró que "cuando llevabamos hora y media navegando, tras zarpar del muelle de Oranjestad en Aruba, el mar estaba picado y una fuerte ola desestabilizó la embarcación. Sin tener equilibrio, una segunda ola volteó la lancha y entonces todos caímos al agua y la desesperación se apoderó de nosotros".

Tras 48 horas de permanecer en el mar, Tulio fue rescatado junto a otros cinco tripulantes por unos pescadores que andaban en la lancha rastropesca "Doña María" que estaba fondeada cerca del lugar hacia donde los arrastró la fuerte corriente.

Serían aproximadamente las 7 de la noche del domingo cuando los náufragos fueron auxiliados y llevados hacia La Estación secundaria de Los Monjes, donde llegaron a las 11 pm, recibiendo la primera evaluación por parte de un equipo médico.

"Por un momento me faltaron las fuerzas cuando ví morir ahogado a mi padre, logré sobreponerme al dolor de perder a un ser querido, porque de lo contrario tambien estuviera entre las víctimas de esta desgracia".

Todavía bajo un fuerte shock, Tulio asegura que jamás volverá a ese trabajo de negociar frutas en Aruba, debido a que piensa que el Todopoderoso le dio una segunda oportunidad y no puede desaprovecharla porque tiene una familia que necesita su protección.

Peligro
Tulio Naranjo, quien estaba acompañado por sus familiares y amigos en su residencia del sector Las Piedras esperando noticias sobre las personas desaparecidas, dijo que se agarró a una embarcación auxiliar que llevaban en la lancha -otro grupo se montó sobre una nevera- y entre todos se daban valor para esperar ayuda, mientras peces dorados los rodeaban como una señal de esperanza, la cual nunca le faltó porque estaba convencido de que el doctor José Gregorio Hernández escucharía sus ruegos para permitirle regresar a su hogar sano y salvo.
"Nunca sentí miedo de ahogarme, sin embargo, el sábado se acercaron seis tiburones y pensé que nos atacarían esos animales. Poco a poco comenzamos a alejarnos sin hacer muchos movimientos en el agua para no llamar su atención y logramos sortear esta nueva situación de peligro".

Hace algunos años, refiere el sobreviviente, mi papá naufragó cuando venía de Curazao y al superar el trance retornó a las labores que le reportaban los ingresos para mantener a su esposa y seis hijos.

"Ahora sólo nos queda esperar porque el mar nos regrese su cuerpo para poderlo enterrar".
Con voz quebrada por el dolor, recordó que dos de los pasajeros jamás salieron a flote porque estaban durmiendo y ese hecho quizás les impidió realizar alguna acción. En la lucha por la supervivencia, Tulio dijo que fue imposible ayudarse mutuamente. "No podíamos movernos y por eso los de la lancha y los que iban en la nevera solamente nos hablábamos".

Horas de angustia
Eugenia Castellano, esposa de Luis Bermúdez, quien se encuentra recluído en la Policlínica de Especialidades en Punto Fijo bajo un cuadro depresivo, mostró su agradecimiento a Dios por salvarle la vida a su pareja.

No obstante, se encuentra preocupada porque falta por localizar al capitán del barco, Jesús Querales, tío de Luis.

"Esta desgracia nos conmueve porque son personas honestas que viajan en busca del sustento para nosotros y la fatalidad los acompañó cuando regresaban de culminar el negocio en la isla como todas las semanas".

Yael Bermúdez, dijo que su tío Jesús Querales deja en la orfandad cuatro hijas, quienes están inconsolables y se niegan a aceptar la triste realidad, que no tiene vuelta atrás porque los tripulantes observaron cuando se hundió en las turbulentas aguas al carecer de oportunidad para aferrarse a cualquier objeto que pudiera salvarlo.

TRIPULANTES
Lista de sobrevivientes
1.- Tulio Naranjo -30-
2.- Edwin Ramírez -35-
3.- Juan Agustín Ávila -59-
4.- José Gregorio Guanipa Yanoy -30-
5.- William Guanipa Yanoy -41-
6.- Luis Bermúdez -43-


Muertos
1.- Jesús Querales -61- capitán del barco
2.-Osiel García -40- cocinero
3.- Segundo Naranjo -60-
4.- Modesto Pérez -37-
5.- Aurelio Valles -43-
6.-Héctor Valles - 35-
Todos nativos del municipio Carirubana

El pescador se salvó hace dos años de otra odisea en el mar
"Todos creímos que nos comerían los tiburones" Williams Rafael Guanipa, 41 años, cuenta los momentos difíciles que vivió. Él, junto con otras cinco personas naufragaron durante dos días y dos noches en las cuales no comieron ni bebieron nada. Cuenta que fue un milagro el que pudiera salvarse junto a sus compañeros.

Texto:Edgar Salgado Leal
"La verdad es que aquella tarde del viernes como a las cuatro y media, la mar estaba picada en el puerto de Aruba.

El capitán Jesús Querales, sin embargo, había llamado a Jesús Bermúdez, el propietario de la embarcación para decirle que todo estaba preparado para el regreso.
No, nunca pensamos en suspender la navegación porque ya estábamos acostumbrados a viajar con el tiempo en contra.

Nosotros habíamos salido de Venezuela -Puerto de Guaranao parroquia Punta Cardón, del municipio Carirubana, Punto Fijo- el martes a las cuatro y media de la tarde. Tuvimos un viaje tranquilo, sin contratiempos. El miércoles por la tarde ya habíamos vaciado las bodegas con la carga de frutas que llevábamos todas las semanas y nos quedaron dos días para regresar.
La embarcación la componíamos diez personas, contando al capitán Querales, un hombre de mucha experiencia en el que todos confiábamos, el resto también éramos marinos experimentados, pescadores de nacimiento.

Pero al regreso, se nos unen Modesto Pérez y Héctor Valles, unos amigos nuestros que nos pidieron venirse con nosotros. El capitán lo aceptó y partimos...

Ya llevábamos como hora y media de viaje y el tiempo seguía empeorando. La embarcación se bamboleaba como un barquito de papel. Yo como soy el motorista de la nave, estaba en la sala de máquinas, pero el estremecimiento del barco me preocupó ya que me hizo recordar un naufragio que viví hace como dos años atrás en que estuve siete días en medio de la mar con otras doce personas antes de que nos rescataran con vida. Por eso subí a la cabina de mando donde estaban mi hermano José Gregorio, Edwin Ramírez, Tulio Naranjo y Luis Bermúdez.
Cuando apenas llegaba allí, una ola como de cinco metros nos cubrió y la proa se levantó y el barco crujió feo. Nos asustamos pero seguimos avanzando.

Fue la siguiente ola, más alta todavía que la anterior, la que volteó a la "Jenny" y todos quedamos debajo del casco.

Que sea lo que Dios quiera

"Yo traté de salirme de la cabina y no conseguía una salida. No pude ver a más nadie y creía que era el único que había quedado vivo. Debajo del agua estaba muy oscuro y no se veía nada. Seguí pataleando hacia arriba, mirando por todos lados. Ya tenía los cachetes esponjados de tanto aguantar la respiración hasta que ví una lucecita arriba y por ahí me fui; cuando saqué la cabeza del agua no ví a nadie y comencé a llamar a mi hermano a todo pulmón: ¡José Greorio! ¡José Gregorio!, gritaba hasta que al rato escuché que me respondía del otro lado del casco del barco. También escuché la voz de los otros.

Como pudimos subimos a la caparazón de la nave y desde allí vimos a otros de nuestros compañeros que intentaban mantenerse a flote pero estaban ya muy lejos y sin fuerzas. Lo más triste fue verlos hundirse en aquellas aguas ante nuestros propios ojos.
Fue estando allí que vimos un bote pequeño de emergencia y una cava refrigeradora, bamboleándose, y recuerdo que les dije a los que estaban conmigo: esa cava va a ser nuestra salvación, no dejemos que se nos vaya. Y la sujetamos.

La lancha "Jenny" se fue hundiendo poco a poco y a la hora y media ya no quedaba nada de él sobre el nivel del agua. Dos de nosotros se aferraron al botecito, pero por el peso y la fuerza de la marea se hundía también. Los otros cuatros nos agarramos del filo de la cava, que era un cajón como de dos metros por una. A la media hora ya no podíamos con la dureza de las manos, las teníamos acalambradas, entonces les dije a los otros: quítense las correas y amarrémolas a la cava y nos sujetamos de ellas. Así lo hicimos y nos sentíamos más aliviados, pero no contábamos con lo que vendría después..."

Ahi vienen los tiburones

Williams Guanipa, se estremece de nuevo al recordar para nosotros el momento mas intenso que le tocó vivir en su odisea. Allí, sentado en el frente de su casa, con la piel tostada, las manos resquebrajadas y con aquellas raspaduras profundas en sus piernas, mira alrededor y ve a su familia y se sonríe. Abraza a uno de sus nietos y nos dice con ojos humedecidos: "por ellos es que estoy aquí de nuevo". Ahora retoma su relato de lo que acontenció después.
"Al naufragar la embarcación mucha de la mercancía que traíamos de Aruba comenzó a flotar alrededor nuestro. En su mayoría eran alimentos, carne de pollo y otras variedades. De pronto, sentimos pasar muy cerca nuestro varios tiburones. Nos pasaban tan cerca que sentíamos que nos rozaban el cuerpo. Por eso les dije a los otros: no se muevan sino quieren que aquí se acabe todo.

Uno de los muchachos sacó de la cava pedazos de corcho con la que estaba forrada y se los lanzaba lo más lejos que podía. Luego los vimos desplazarse hacia el corcho y escuchamos el aleteo de las mordidas al material. Yo rogaba a Dios porque se fueran y creo que ese fue el primer milagro que Dios nos contestó, porque al rato se fueron y nos dejaron más solos todavía...

Esa noche fue terrible. El frío se nos pegaba en los huesos. Nos nos veíamos las caras en la oscuridad, pero decidimos hablarnos y que esa fuera la señal de que todo anadaba bien.
Al día siguiente, ya no soportábamos la sed. A José Gregorio se le agrietaron los labios y la cara de Tulio parecía un tomate, pero el que nos preocupaba era Edwin, porque comenzó a alucinar y a ver visiones. El nos decía que venían motocicletas corriendo sobre el agua a buscarnos y después nos reclamaba porque no nos quisimos ir...pobrecito".

Segundo milagro: el rescate

"Ya teníamos más de cuarenta y ocho horas en aquellas aguas oscuras y de fuerte oleaje y no había la más remota idea de lo que sucedería con nosotros. Habíamos naufragado como a las seis del viernes y estábamos a las seis de la tarde del domingo metidos en aquella mar salada. Ya mis compañeros -entre ellos mi hermano de sangre- me dijeron que habían perdido la fe. Yo los animaba diciéndoles que si Dios nos había salvado de los tiburones, no tenía sentido que nos dejara morir ahora de esa manera.

No sabíamos si nos buscaban. Yo sacaba fuerzas pensando en mis nietos y aquello me reanimaba porque yo quería verlos otra vez y sabía que si aguantaba un poco más lo iba a lograr.

Entonces sucedió el segundo milagro. De repente vemos venir en nuestra dirección un barco muy parecido al nuestro, que identificamos enseguida: "¡ese es el Doña María!" dijimos porque otras veces lo habíamos visto en alta mar.

Cuando se acercaron y nos subieron a bordo, le di gracias Dios, porque me permitiría ver otra vez a mis seres queridos...".

© Panorama Digital, 2001



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